El interés de esta joven paisa por visitar la ciudad comenzó en la Universidad tras conocer una estudiantes venia de ése lugar, quién le hablaba maravillas y la invitaba a pasar un días en su casa junto a su familia y amigos.
Las vacaciones de Semana Santa fuero la fecha perfecta para que Daniela junto con una amiga tomarán la decisión de viajar a Tulúa. Tras una semana de exámenes por fin llego el fin de semana y las jóvenes cogieron camino para la ciudad, allí las recibió el calor con el que se caracteriza éste lugar y de inmediato empezaron a conocer las calles y todo que conformaba al tan nombrado municipio de Tuluá.
Al estar ahí, se dio cuenta que todo lo que algún día le habían contado era verdad. La ciudad era muy bonita y acogedora, y ademas se sentía la calidez de las personas con las que había compartido, pues la hicieron sentir parte del lugar desde el primer momento en la conocieron. Gente alegre que le hacia olvidar por un rato el calor al que no estaba acostumbrada sentir y por el contrario la motivaban a bailar y disfrutar de todo.
Al estar ahí, se dio cuenta que todo lo que algún día le habían contado era verdad. La ciudad era muy bonita y acogedora, y ademas se sentía la calidez de las personas con las que había compartido, pues la hicieron sentir parte del lugar desde el primer momento en la conocieron. Gente alegre que le hacia olvidar por un rato el calor al que no estaba acostumbrada sentir y por el contrario la motivaban a bailar y disfrutar de todo.
De la ciudad conoció y degusto el Sancocho de Gallina, el chontaduro, disfruto de las piscinas, conoció Rió frió, tomo cerveza de ManiCaleño, rumbió en las discotecas y hasta disfrutó de los lugares en los que se suele paquear para escuchar música con los amigos. Realmente fueron pocos los días que estuvieron en la ciudad, pero quizás los suficientes para disfrutar de otro ambiente y quedar con las ganas de volver a conocer más.
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